lunes, mayo 16, 2005

El asombro

Hace un rato atrás leía como con ojos propios un correo enviado por un amigo / poeta, en el se planteaba esto que nos ocurre a mucho que tenemos hijos pequeños, que es tan simple como comenzar a descubrir de nuevo el mundo, pues hay algo evidente, mientras más vivimos más complejo hacemos el análisis de lo que transcurre, sin ir más lejos este fin de semana me di cuenta de lo perceptivo que son los niños, y de cómo hoy ellos no son como fui yo en la infancia, existe un bombardeo constante de imágenes sonidos y cuanta tecnología este a su alcance, que hace por ejemplo que un niño de cuatro años sepa perfectamente manejarse con celulares y juegos interactivos, cosa que se hace casi cavernícola si pienso que yo jugaba con el pong y el Atari como gran cosa, y ahora este personaje le pide a su tata una consola de PlayStation (espero que la uno), bueno el tiempo pasa dice la canción, pero duele reconocerlo. De la misma manera que veo esos detalles, reconozco otros más variopintos, como eso de leerme la Revista Claridad (publicación chilena de comienzos del siglo XX) para poder rastrear ahí a un poeta nacional, o caminar por la extensión completa de Providencia (no se si ya se llamaba 11 de septiembre) para arreglar el mundo, o ir a un boliche en la trastienda del actual Hotel Plaza San Francisco Kempinski, pero bueno eso y más son los recuerdos de esos que nos alimentamos para lograr tener la ingenuidad de lo pasado. Las consolas ya no poseen botones de goma, ni las pantallas de los computadores son verdes, pero algo si es seguro las cosas son algo más que simples huellas en el aire, y en todas ellas siempre hay una buena cuota de asombro.
Valpo son sol, un 16 de mayo.