lunes, octubre 22, 2007

Soplos

Sus ojos en movimiento
como calaminas norteñas,
ante un viento seco que
araña el alma,
una que otra sombra
en el papel celeste, y
en la calle una hoja
amarillenta vuela
rasante, con las penas
de un adiós mal gritado.

Un soplo no basta,
para borrar mil historias
traslucidas. Ni un aguacero
elimina diez pasos
en el aire.

Ella simplemente espera
una decisión (ya tomada).
Un soplo de halito
que pase rasante, como
algún libro antiguo,
como en una historia
ya vivida por todos.